Calim ha vivido la mayor parte de su vida recluida en un patio sin apenas contacto humano. Ha pasado todos los días de su vida mirando a una puerta esperando el breve momento que se abría justo para darle su comida y limpiar sus deshechos. Así volaba su juventud, así se apagaba su vitalidad.  Fue cedida a la protectora por sus propietarios con graves problemas de socialización. Estaba desconfiada y esquiva incluso con el resto de animales del refugio, pero con mucha paciencia y sobre todo cariño, a día de hoy Calim vuelve a sonreír así que podemos decir que ya está preparada para tener un nuevo hogar.  ¿Quieres ser tú quien le de una nueva oportunidad?